sábado, 24 de septiembre de 2011

ESTÁ PASANDO



Dedico este relato a OPin, un buen amigo, aunque él no lo sepa, un mejor socio, aunque no le corresponda como merece, un buen y apreciativo lector, buen escritor; domador de verbos, representante de sujetos y excelente comunicador, motivo por el que yo sigo aquí, entre otras razones y otros sabores.

***

Todo lo que se leerá a continuación es real; tan real como la vida, como las emociones y sus llantos y sus risas, tan real como la crudeza y sus daños colaterales, tan triste como el llanto de un niño, tan vivo como la muerte, tan verdadero como la mentira y tan amargo como las canciones que bombean corazones abonados al abandono.
Así que cualquier parecido con la ficción es mera coincidencia.

***

Los presidentes europeos se reúnen en París, Madrid, Lisboa, Berlín, Roma, Barcelona, Londres. Los presidentes mundiales se reúnen en las ciudades de antes, además de Washington, Nueva York, Tel Aviv, Sao Paolo, Buenos Aires, Moscú, Tokio y algunos etecés de mundo primerísimo. Mi pregunta es: por qué coño no se reúnen en cualquiera de las urbes de Costa de Marfil, Somalia, en alguno de los campamentos del Frente Polisario, en Sudán del norte, en el nuevo e igual de pobre Sudán del sur o en la devastada Puerto Príncipe. La respuesta, asevero, es porque se la sudan estas situaciones. No pueden ir a Somalia puesto que tendrían que repartir su opípara comida con los más pobres del lugar y de los lugares conocidos.

La hipocresía política que amamanta y ensucia la sociedad, sube más que el precio de la vida, allá donde exista vida. El mundo se muere de hambre y los políticos se mueren de risa repartiéndose el pastel libio. Se frotan las manos para exorcizar el frío de la culpa mientras se comen un país y cuentan veinte hasta asediar con sus fichas nuevos objetivos. Acojonante.

Y en esa subida de telón se ve a un puntilloso presidente francés y su séquito, a un presidente español y su resucitada Trinidad, a una canciller alemana, amarga como el culo de un pepino y sus colaboradores y a un presidente italiano escoltado por una docena y media de secuaces de la dolce vita. Digo yo que si han de reunirse los mandatarios, que lo hagan solitos, sin miedo a nada. Que no tiren de cortejo festivalero. Porque si les preguntas, puede que te contesten que donde come uno, comen dos, y donde lo hacen dos, comen tres. Esto, por ejemplo, no saben aplicarlo a Somalia. Si allí lo hicieran extensivo, más de uno tendría algo que llevarse a la boca. Pero Somalia, como otros países, ha sido excluido del atlas de la bondad humana.

Mientras tanto, los telediarios continúan emitiendo en directo desde Madrid, cuando el papa de los persignaos llega besando suelos y recogiendo llaves. Y emiten en directo desde el estadio donde se descerebra una final deportiva. Y se desplazan a la puerta del sol a radiar desde la entrada del nuevo año. Y hacen su agosto emitiendo miedo mediático desde ese pueblo asolado por la ira de algún Dios impío. Y apostan sus medios técnicos y humanos en una basílica para retransmitir en riguroso directo una irreal boda real.

Y los noticiarios se olvidan pronto de Haití, de Somalia, de los Sudanes de antes, de los polisarios y sus frentes, de los que, ebrios de pena, mueren de hambre y sed.

En fin, antes, cuando comía frente a la tele y las moscas de un cuerpo abierto en canal amenazaban con colarse en mi dieta cambiaba de programa. Ahora lo hago cuando un Rajoy enardece; cuando un Zapatero languidece ahogándose en su propia mentira; cuando una Aguirre no ofrece esperanzas a los que educan, vengándose de los que la reprendieron por no llevar hechos los deberes; cuando una ministra de defensa, otrora pacifista, estrecha manos y declara guerras de intenciones; cuando un Chávez no da un chavo por sus ciudadanos; cuando un comunista olvida que los pueblos necesitan realidades sociales y no utopías; cuando los verdes sólo defienden el color de los euros que tapizan valles; cuando los nacionalistas se dan de hostias por representar a su partido en Madrid alojándose en hoteles de plazas Españas de cinco estrellas y desayuno con diamantes de por vida; cuando un Gallardón guiña a los de centro izquierda con el ojo tuerto; cuando, en definitiva, unos anuncian recortes y otros subidas que alejen de nosotros la posibilidad de alcanzar un nivel de vida digno.

La sanidad está en fase terminal, la enseñanza declina y deviene en añoranza porque cualquier tiempo enseñado fue mejor. Los profesores se alzan en armas de colores y gritos conjugados contra aquellos que quieren aniquilar la docencia empuñando la indecencia lectiva. Los comedores sociales se colman de bocas que suplican un bocado. Los ricos amenazan con manifestarse si les suben los impuestos y los pobres y sus sueños duermen en camas separadas.

Mientras todo lo anterior acontece, los políticos estrenan campaña tendiéndonos la mano para cercenarnos los dedos cuando guarezcamos nuestros cinco lobitos entre sus promesas de bajo coste y huera intencionalidad.

Voy a cenar, ahora que el telediario ha anunciado lluvias que nunca arreciarán. Otros, los del tiempo…

A la una y media de la madrugada no puedo dormir. No quedan ovejas suficientes en el rebaño. Me levanto con la intención de conectar el ordenador y hablar de algo a alguien o combatir mi soledad insomne con algún “ciberalma” gemela al otro lado del muro que la tecnología ha levantado y que escalamos una vez sí y otras también para darnos a desconocer. Pero hoy no hay nadie en ningún sitio.

En cada poro de mi piel estallan las bombas informativas del telediario de la franja nocturna. Los fotogramas de la serie que he visto después pasean por mi memoria y las canciones que he disfrutado mientras le daba esquinazo a Morfeo, vuelven a sincronizarse conformando una banda sonora desolada. Últimamente creo que todo a mi alrededor se apaga, que la crisis mundial ha inoculado su veneno en mi cuerpo, que me está venciendo el temor a no ser nada de lo que un día me propuse ser.

Me he preparado un café y he sentado a Alonso junto a mí. He encendido la tele con el propósito de quedarme dormido junto al gato y frente a las noticias asesinas o las chicas ligeras de ropa que desfilan por mi pasarela catódica. Pero ni noticias asesinas, ni chicas reclamantes de mi excitación, ni teletiendas, ni anuncios con músicas pegadizas, ni series mil veces repetidas. No. En la pantalla se anunciaba en letras azules: “Anvil, el sueño de una banda de rock”. He pensado que qué bien, que no me iría nada mal un documental para señalarle el camino a mi cansancio irreverente.

Pero mis ojos se han abierto como platos, mi alma se ha contraído un poco más, si cabe, con esa historia. Una crónica de superación, de perseverancia, de buscar y hacer; de buscar hacer lo que uno realmente quiere en la vida. De no dar el brazo a torcer ni la partida por perdida. La historia, que es real como la que estoy escribiendo, nos presenta a un grupo de rock canadiense que por los caprichos de un destino cabrón acaba no haciendo nada. No triunfan, no venden discos, no hacen giras multitudinarias, no encuentran discográfica, no se escuchan en el hilo musical de los supermercados mientras hacen la compra a duras penas con lo que se sacan trabajando de repartidores, unos, de profesores, otros, de nada, los demás. Pero no ceden. No venden sus sueños, no queman sus naves. Viven recordando la gira que les hizo famosos en Japón durante unos meses. Recuerdan que entonces los germánicos Scorpions empezaron su cuenta atrás hacia la gloria, y el roquero Bon Jovi se hizo infinito en el escenario y saltó hacia el número uno en las listas de venta de discos. Todos ganaron cantando, tocando y musicalizando sus historias. Todos sembraron y recogieron. Todos, excepto ellos: los Anvil, cuya música quedó en barbecho durante décadas. Nadie se explica qué pasó, en qué momento desparecieron del radar del éxito efímero, ni cuándo la ventura decidió soltarles la mano y ponerles la zancadilla.

Han sido casi dos horas de cine. De cine emotivo, sensitivo. De cine, en todos los sentidos.

He vuelto a emocionarme cuando preparaba un café y evocaba la epopeya musical que acababa de ver, esa hazaña del quiero sobre el puedo.

Con la taza en la mano he ido hasta el ordenador. Necesitaba una historia. Porque cuando llevo días sin escribir, el cuerpo me pide letras, la sangre se me transforma en tinta y mi cabeza gira en torno a lo que deseo contar. Es entonces cuando en los semáforos en rojo se me aparecen los recuerdos que piden ser plasmados en este lienzo fluctuante. Y es al compaginar la conducción con la audición de mis músicas, cuando tengo la certeza de que los pájaros que me anidan pueden alzar el vuelo.

Así que me he sentado delante del portátil sin saber qué capítulo iba a continuar. Y no fluía nada. Y el folio catódico, cuadriforme y apantallado seguía virgen.

He acabado releyendo un correo-e de una amiga que se está construyendo una casa, pero no una casa cualquiera, no; la casa de sus sueños. Está cimentando su futuro ladrillo a ladrillo. Simultanea el trabajo en una clínica con la colocación de piedra sobre piedra. Se ha dado cuenta de que las piedras, una vez dejas de tropezar con ellas, son útiles si quieres sacarle partido a tus deseos. Y una casa, embajada para tus ilusiones, puede ser el mejor de los futuros presentes.

He buceado por mi biblioteca musical mientras buscaba información y contrastaba lo que había visto hacía poco rato en la tele con lo que me ofrecía la red. Y todo concordaba. Los Anvil no sólo existieron sino que existen. Que actualmente son más el resultado de la exhibición de ese documental en las salas de todo el mundo que la concesión a sus deseos formulados cada vez que soplaban las velas de un pastel de aniversario. El cine, al parecer, les ha dado una segunda oportunidad.

He acabado poniendo a buen recaudo toda la información obtenida por si un día decido escribir sobre ellos. He abierto una página erótica y otra, y otra. Y tras erotizar mis horas nocturnas y vestirme de caricias, he preparado otro café, sintiendo que más cansado no puedo estar. Que las noticias funestas del último telediario, que la carga emocional de los viejos roqueros que nunca mueren, que rendirme sin lograr derramar una sola letra ante la invitación de un folio, que asomarme, taza en mano, a mi madrugada y masturbarla porque lo de contar ovejas no funciona, provocará que duerma con un angelito con sexo, o harto de él.

Las seis y media de la mañana.

Me siento en el sofá desde el que contemplo las vías del tren. Un convoy cargado de mercancías se acerca a la estación de Girona. Otro, cargado de cuerpos adormecidos, silentes, nace de ella. Se dirige a la ciudad Condal con los primeros pasajeros; estudiantes universitarios, hombres de negocios, y desempleados que se echan a la calle buscando dejar de estarlo.

El cielo preña de una claridad incendiaria el horizonte y el amanecer motea las fachadas.

Desde mi rincón escucho la señal horaria de las siete. La vida contemplativa engulle mis horas y el insomnio se la tiene jurada a mi reloj biológico. Algo así debe ser.

Vuelvo a la tele apurando los últimos sorbos y prometiéndome que intentaré descansar en breve. En el avance informativo hablan de los presidentes europeos que se reúnen en París. Que los últimos bastiones gadafistas están al caer, que lo que ayer era bueno para algunos hoy es malo para todos, que el pan sube, que el hambre se dispara, que la suerte de la vida está echada, que el destino está escrito con faltas de ortografía, que el futuro se frota las manos cuando ve lo que se le viene encima…

Casi las ocho de la mañana cuando desconecto todo. Nada he escrito hoy. Deposito la taza en el fregadero, dilucido si fregarla, pero acabo respondiendo al refrán “si lo puedes hacer mañana, para qué ocuparte hoy”. Acaricio mi gato que ronronea mi tacto, atranco puertas y ventanas para barrer el paso a un sol voraz.

Me tumbo sobre la cama con el sabor del café en el cielo de mi boca, con el olor a sexo autónomo en mi diestra, con la canción “metal on metal” sonando en mi interior y, tras cambiar ovejas por ladrillos, empiezo a contarlos y apilarlos, a ver si así ayudo a construir esa casa allende los sueños.

Y amanece, que no es poco, justo cuando mis ojos se cierran y resucitan este texto.



37 comentarios:

  1. Qué pedazo de texto y no lo digo por la extensión que se te pasa en un suspiro. En algunos puntos das en la diana de algunas de mis pesadillas compartidas por el imaginario ultra-actual. Esta crisis nos machaca a tantos que son legión los que te pueden leer e identificarse con el lado pesimista. Y sin embargo no todo es oscuridad. El texto se torna cálido y casi alegre cuando regresas a tu Girona mítica y a las letras que desarrollas allí, en tu escenario, en el que te ha tocado y del que aprovechas con gracia lo cotidiano.
    Entiendo esa necesidad de letras y ese inconveniente de querer escribir y no tener a mano el tema. Y sin embargo el tema te acaba encontrando a tí. Cuando hay oficio todo es beneficio. Al menos escribiendo.
    Sabía de la existencia de ese grupo de perdedores que tal vez ahora estén ganando algo con esa segunda oportunidad que mencionas.
    Las notícias diarias están para darte las malas nuevas. Lo que te alegra el día es el arte.
    A ver si te regresan pronto las ganas de letras.
    Recuerda que incluso cuando no tengas nada te queda la escritura. Algo que otros sólo envidian. Envídiate un poco a tí mismo. Saludos desde mi amada-odiada Barcelona. Estamos a tiro de provincia.

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  2. Me alegra tu insomnio, aunque sufra un poquito por ti; gracias a él yo he podido disfrutar de este “vómito” de vida, de realidad, de sinceridad… de VERDAD. Así están y son las cosas que nos rodean, como tú bien has dicho, cualquier parecido con la ficción es pura casualidad. Tienes suerte, después de sufrir tanta hambre, penas, niños con moscas, reuniones internacionales estériles, roqueros olvidados sin porqué y políticos inútiles, a ti, todavía te queda Alonso, un lomo que acariciar para paliar la soledad del insomne. Tú y yo tenemos suerte, aunque yo no tengo gato.
    Lo que cuentas importa a rabiar, qué duda cabe, pero el cómo lo cuentas es lo que lo hace importante.
    Esperaré impaciente tu próxima noche en vela. Pero, por favor, no tomes tanto café.
    Un fuerte abrazo.

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  3. Estimado amigo, aún sin salir de mi sorpresa por tan gentil e inmerecida dedicatoria, me he sumergido en su relato y he descubierto que aún una nota de actualidad puede ser una pieza que perdure inmutable en el tiempo.
    Con frecuencia los grandes escritores fueron primero periodistas, cultores de la observación social y el ejercicio de las letras de opinión, antes que novelistas o poetas.
    Ése volcar cotidiano de cuanto dato indigesto nos obstruye las entrañas, resulta un ejercicio literario y social que esparce anticuerpos recién elaborados para compartirlos con el resto de los mortales. Seremos entonces farmacéuticos no diplomados que al relatar nuestra era, convirtamos cada escrito en una medicina preventiva. Y si no es así, seguramente habremos evitado en nosotros mismos la aparición de una úlcera o el aumento indeseado de nuestra presión arterial.
    Va en este comentario todo mi agradecimiento y admiración por quién suele jugar con ideas y letras mientras inadvertidamente nos hace participar.

    Un abrazo, socio.

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  4. Amigo Mario, me has dejado perplejo. Ha sido estupendo desayunarme con tu genial y real relato. Sería estupendo que alguien reflexionase.

    Pero lo que más me ha impactado es que, pocas horas antes de tu insomnio, nacía el noveno tema de mi nuevo disco. Y la conexión entre tu relato y mi canción es, como poco, para que la analice Iker Jimenez.

    Tu texto, extenso, bien escrito e inteligente. Mi letra, escueta, simple y vulgar. Solo es el texto de una canción.

    Solo por esa coincidencia temática y temporal, me atrevo (con bastante sonrojo y mucha humildad) a escribir aquí la letra de "Tras el cristal", que podrás escuchar en unos días.


    Como si fuésemos de piedra.
    Como si nada nos pudiera afectar.
    Como si todo aquello que nos rodea no nos pudiese salpicar.

    Que absurda filosofía.
    Que absurda forma de pensar.
    Que absurda que es esta vida.
    Que absurda esta realidad

    Ves en la televisión lo que ocurre a cada instante.
    No es ciencia ficción, es una realidad aplastante.
    Pero está lejos de ti, tras el cristal.
    Y sigues pensando que nunca puede tocarte a ti.

    Por nada lloramos.
    Por nada gritamos.
    Por nada nos alteramos.
    De todo nos quejamos.

    Todo nos puede llegar.

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  5. Mario,aún en tú vacio del que hablas estás lleno de vida que al final és lo que todos buscamos y necesitamos,tú insomnio nos proporciona a tus lectores domingeros ,despertarnos y encontrar alguna noche tuya en vela para los que no tenemos ese don. Leer realidad.,Siempre sorprendes y nos cautivas con tus palabras .Esperando que llege otra noche fallida de sueño para ti. un abrazo

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  6. Un texto rayando la genialidad. Un placer recorrer tus andanzas cotidianas. Un agradecimiento a tu generosidad.

    Abrazos

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  7. Duras palabras, sin máscara de suavidad. Sin trampa ni cartón.

    Y que me has dejado un nudo en el alma, es innegable. Como también lo son las ganas de volverte a leer, y de saber cuántas ovejas necesitas para poder caer rendido en la cama, o cuantas tazas de café necesitas para ahuyentarlas.

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  8. duro, profundo...real...
    como todo lo que escribes.......

    un abrazo mario...

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  9. La verdad sobresale por todos los costados, la realidad del día a día rompe las costuras de este inframundo nuestro en el que, precariamente, sobrevivimos, unos mejor que otros, esperando la llegada del día en que la Muerte nos finiquite echándonos a patadas de este valle de lágrimas… Pero hasta que esto suceda, no hay que acelerar acontecimientos, deberemos deambular con más pena que gloria por este paraje inhóspito esperando que, de vez en cuando, como hoy a pasado, nos topemos de bruces con un oasis como el que as creado y en el que he podido saciar mi sed de ser, olvidándome por un instante de la ignominia que nos rodea.

    Yo, ya sabes, estoy contigo en lo de Anvil, y puestos a elegir me quedo con la canción “Tease me, please” del mismo LP.


    Cafetito al canto… y si lo sé no te llamo más a las 8:15 a.m

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  10. Me ha gustado leerte letra a letra, frase a frase y me alegro de que tus ojos se cerraran por fin y entre sueños, resucitaran este texto.
    Saludos insomnes.

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  11. Y en mi noche, he acompañado cada frase, junto con cada café. Incluso he acariciado tu gato.

    Ni decir tiene, que la naturaleza es sabia... si ella te priva del sueño, será por algo. Después nos regalas tesoros como este texto.


    Un abrazo ajustado y sin renglones! Buena semana...

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  12. Whisky y tabaco, Mario.

    WHISKY Y TABACO.

    Qué comentario más estúpido para una entrada tan buena, pero yo qué sé, en ocasiones como esta me cuesta estar a la altura. Se trata de ti, ooooh, de ti.

    Te quiero, amor mío.

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  13. Mario, cuando se tiene el don de la escritura da igual que lo hagas sobre lo que sea. La cuestión es cómo lo haces...Lo mismo me da que me lo escribas con cuentos o relatos, o que te hagas cronista de la cruda realidad...o que me lo explicites en poemas...o me lo digas en comentarios de blogosfera...porque sea como sea lo haces de maravilla...

    Te considero un maestro en ésto, y ya lo sabes desde siempre que disfruto contigo...aprendiendo...

    Un beso escrito.

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  14. Querido Mario:

    Leí tu texto hace tres días, precisamente en una noche de insomnio, lo cual me hizo sonreír por la coincidencia de estados. No comenté en su momento porque hay veces que me apetece más leer que comentar, aunque se me ocurrieron muchas cosas que decirte, que hoy, aunque lo intentara, no serían igual.

    No quiero que tu cara luzca con oscuras ojeras pero tengo que admitir que el insomnio le sienta muy bien a tu tarea literaria y a tu fertilidad narrativa. El texto me ha encantado. Independientemente de la forma que sería una obviedad insistir en su solidez, los contenidos, su significado, son un inteligente espejo de la realidad exterior e interior.
    Una vez te denominé el Larra del siglo XXI, y no me equivoqué en tal afirmación. Bravo, Mario. Es un gustazo leerte.

    Por último, agradezco la lanza echada hacia el sector del Profesorado que, en este inicio de curso caótico y manipulado hacia la opinión pública, donde a los profesores se nos tacha de vagos, con más peligro que los controladores aéreos, donde nuestra dignidad pisoteada (que es lo que más nos duele, no el aumento de horas de trabajo que ya estaban aumentadas con nuestro trabajo diario en casa, ni con la 3ª y próxima 4ª bajada de sueldo). Se tendrá que saber la verdad de lo que está ocurriendo en la educación, cosa que no interesa desvelar, ya que los realmente perjudicados van a ser los alumnos por las medidas que está tomando la Administración y que sería tedioso y abusivo tratar en tu espacio. Quizás me anime a ello en una entrada en mi blog. Gracias por la idea y por tu apoyo.

    Un beso.

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  15. Sí, es una tragedia que, a pesar de todos nuestros avances tecnológicos, la cultura, el desarrollo, estemos construyendo para nuestros hijos un mundo infierno, en lugar de un paraíso.

    Ver el telediario, además de nauseas ...da miedo.

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  16. Tu post ya está publicado en Sancho. Gracias.

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  17. Esto sí que es compartir. Compartes pensamientos e intimidad, deseos y horas, incluso a un gato y un café.

    Escribe más, tal vez duermas mejor... o peor.

    Besos,

    Anabel

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  18. Ese insomnio tiene el poder de sacar tus mejores letras. Muchas personas cuya escritura admiro la padecen.
    Los noticieros en televisión no se diferencian demasiado en el mundo. Parece que la propagación de la desgracia y la violencia produce mucho dinero. Cuestión de gustos. Y del poder del miedo, que pocas cosas logran manejar tanto a la gente.
    Un placer leer tu texto intimista y con tu mirada sensiblemente reflexiva.
    Un abrazo, Mario.

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  19. Me despojo de mi humilde sombrero literario ante otra nueva creación tuya que, no se al resto, pero a mi se me hacen cortas.

    La humanidad no cambia, o, en todo caso, la pátina de la cultura hunde algo sus colores en la piel de nuestro ADN, pero el comportamiento visceral de los genes cuando ostentan el poder es exactamente el mismo a lo largo de la historia. Una auténtica lástima, porque antes o después nuestra historia acabará.

    Me quedo con las caricias del gato, que calienta con su tacto el frío del telediario y acuna mis sueños con su ronroneo, aunque, en mi caso, son dos.

    Un abrazo

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  20. Tu relato, construido a base de pedacitos de esa realidad que día a día nos fragmenta los sueños, y trabado con la argamasa de tus letras - una de cal, dos de arena, tres de estilo propio e inconfundible - conforma un trencadís tridimensional, policromático, BRILLANTE. Lo que se dice una verdadera obra de arte.
    Quedas nombrado oficialmente el “Gaudí de las letras”.

    Beso

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  21. Un texto magistral. Un placer visitarte y seguirte. Saludos cordiales de la Sociedad Argentina de Escritores Filial Villa María- Córdoba-Argtentina.

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  22. mientras comenzaba a leer este texto se me mezclaba el Rafa que sonaba mientras leía y parecía más de lo mismo:
    Será que no me asusta estar viviendo...
    Será solo un ratito, será eterno...
    qué bueno que en mi trasnochada candidata a insomnio me encontré con esto... gracias, no se duerma nunca, que si es así ... qué buen resultado...

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  23. Genial. Como siempre.
    Un beso...

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  24. me encanta mario....
    que bien escribes...¡¡¡
    abrazos...
    :-)

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  25. Mario.....ésto eres tu?? vale más que cualquiera de tus relatos, sin menospreciarlos para nada porque son obras de aRtE y he disfrutado muchísimo con ellos. Pero lo que es una persona, lo que piensa, lo que siente y lo que comparte, eso...no tiene precio.

    Y te he visto, como si te tuviera enfrente, y me hubiera enfrascado en una conversación, da igual que fuera a las 4 de la madrugada. La vida, hay que vivirla y la realidad que nos ha tocado no es tan mala comparada con otras épocas aunque estemos hasta el culo de corrupción y mala gestión.

    Aprovecho también que echaras un cable a favor de la sanidad... ! Ni a nosotros nos van a curar de esta desesperanza...!!

    Chapeau!! porque hasta cuando estoy deprimida no puedo escribir pero puedo leer y escuchar a las voces que andan con nosotros y desearles, al menos....que la próxima noche puedan dormir y soñar con los angelitos.

    Un beso

    Shinta

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  26. Amanece, sí, inpepinablemente, aunque ya sabemos que Merkel no lidera, ni Sarko. No son capaces.
    Qué retrato de soledad. Cíberalmas, término y hallazgo apuntado.
    Saludos.

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  27. Si esto lo escribe en una noche cualquiera de insomnio, casi me atrevo a decirle que duerma de dia, que la noche le inspira.
    Leidos los comentarios que me preceden no me queda nada por decir.
    Un placer haber llegado hasta aquí.
    Solo un detalle ¿como se apaga la música?, es que escucho la mia propia con auriculares y la de usted en automatico me ha desconcertado.
    Disculpe esta anotación.
    Un saludo.

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  28. Vengo a dejarte un saludo, ya veo que paras poco en casa.
    ¿Todo bien?

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  29. Potser no és la teva intenció, però aquest escrit desperta la meva misantropia. (sobretot en la primera part on parles d'alguns polítics de merda)

    Sort que la "música" de la vida de tant en tant em fa ser més optimista.

    I llegir-te, també.

    ;-)

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  30. Hola Mario:
    Te escribo, entre otras cosas, para decirte que los comentarios a tu blog, desde hace unos días, están apareciendo en mi cuenta en gmail. de momento he comprobado que también aparecen en tu blog.Yo también tengo un blog y puede que Bloguer se haya liado. El mío es "A veces suena la flauta", aprovechando para presentarme.
    Me alegro que la equivocación me haya traído aquí. Me ha impactado esta entrada tuya cargada de humanismo (no sè si existe esta palabra).
    Me hubiera gustado estar aquella noche al otro lado del muro.Escribes francamente .. iba a decir "bien", pero realmente escribes genial.
    Espero que estés bien.

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  31. Solo venia a saludar y curiosear, pero ya veo que sigues "asuente".

    Un abrazo.

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  32. Un texto crítico, emotivo, pasado por agua, vapuleado, sobre el que giras una y otra vez mientras das un repaso a nuestra sociedad mal pensante y te vuelves en transfuga de la noche.
    me encantó tu resucitar...

    Un abrazo.

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  33. Vengo a decirte que ya he comenzado el nuevo año bloguero y ha dejarte mis mejores deseos y un fuerte abrazo.
    Hasta pronto.

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  34. Qué insomnio más productivo.Todo lo que escribes lo conviertes en obra literaria y no se te puede perdonar que no sigas escribiendo cuando tantos lectores te esperamos.

    Un abrazo.

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